El talento está escondido en cualquier rincón de todas las compañías, desde un conserje con una habilidad innata para las ventas o un administrativo apasionado del diseño gráfico hasta un contable con un gran empuje para organizar eventos solidarios. La clave está en saber hacer aflorar este potencial y dotar al capital humano de la libertad suficiente para ello como parte de los valores de empresa.